La gatita tenía el corazón partido por su anterior dueño y no podía evitar desconfiar. Se mantenía distante, vigilaba cada movimiento de la ardilla para comprobar sus intenciones.
Poco a poco se fue dando cuenta de que la ardilla simplemente intentaba protegerla allá donde iba. Incluso mientras el felino dormía, la ardilla cuidaba de él.
Así, se fue creando un vínculo cada vez más fuerte entre ellos hasta el punto en que todo lo que hacían lo hacían juntos.
Y cuando estaban separados sentían que les faltaba una parte de ellos mismos.
¿Pero crees que este es el final de la historia o que aun tendrán que vivir obstáculos y dificultades? Lo descubriremos en el siguiente post.
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