Hay que decir, que al llegar al castillo de este pueblo, toda la fortaleza estaba tomada por gatos a pesar del frío que hacía. ¿Quién puede discutir que los gatos son nobles, señoriales y hasta con un aire de realeza?
Pues con el frío que ha hecho estos días, allí, en lo alto del castillo se puso a nevar. Y era tal el viento que soplaba, que a veces nevaba hacia arriba en lugar de hacia abajo, con lo que muchos copitos de nieve acabaron en el interior de los ojitos del gatito peregrino :(
No dio tiempo a que la nieve cuajase ya que el gatito tuvo que volver de su peregrinaje prácticamente al bajar del castillo. Eso sí, tal vez, si hubiese permanecido en este pueblo más tiempo, es posible que la reacción del gato ante la nieve hubiese podido ser parecida a esta.
¿Qué pensáis? ¿se acurrucaría en la mullida nieve? ¿o nunca se revolcaría en un material tan frío? Se aceptan opiniones.
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