Durante aquellos días, la confianza entre ellos fue creciendo. Se acurrucaban juntas para dormir largas siestas...
Incluso la ardilla enseñó a la gatita a hacer cosas típicas de ardilla.
Todo parecía tan perfecto que al final la ardilla no tuvo más remedio que declararle su amor.
¿Será correspondida nuestra ardilla? Lo veremos en próximas ediciones de esta historia. Hasta entonces: un maullidito.
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